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Diario de la Expedición:
21 de agosto de 2004

"Las focas de Cape Cross"

Segundo día en el campamento próximo a la ciudad de Swakopmund, en la zona sur de la Costa de los Esqueletos. Es un lugar ventoso y estamos situados entre dos mares: el océano Atlántico y una gran extensión de dunas que son el final del desierto del Namib a su llegada a la costa.

Después de pasar la mañana visitando la ciudad que tiene una marcada influencia alemana por su pasado colonial reciente, iniciamos la marcha hacia Cape Cross donde miles de focas de pelo de El Cabo tienen establecida su residencia permanente durante todo el año, aunque se sabe que algunas de ellas han sido capaces de recorrer grandes distancias lejos de aquí.

Aspecto general de la zona de Cape Cross donde viven estas focas. Foto: Roberto González

La reserva de Cape Cross está situada en el mismo lugar en el que el portugués Diego Cao desembarcó por primera vez en la costa del sudoeste de África. Allí erigió una cruz en honor del rey Juan I, que ha sido reemplazada por otra de piedra y llevada a un museo de Berlín.

La colonia de focas supera los doscientos mil individuos. Nos llama la atención varias cosas. Lo primero, la gran cantidad de animales aposentados en una franja de terreno que apenas supera el kilómetro de largo. Además, el ruido que provocan, porque aunque la mayoría de los que están en tierra sestean plácidamente, otros no paran de emitir gruñidos amenazantes para mantener a raya a quienes se atrevan a invadir su territorio. También su olor que es una mezcla de pescado podrido con excrementos, junto con el hedor que desprenden los restos de cientos cadáveres de las crías que mueren prematuramente o aplastadas por los machos que luchan entre sí por el territorio y por las hembras.

En la imagen del video se puede ver a dos machos enzarzados en una pelea sin consecuencias. Adela Iglesias

Tal vez lo que más nos sorprende es la oportunidad de movernos en el interior de la propia colonia, entre las focas que se alejan algo más de la orilla del mar o incluso en la misma playa en rampa por la que se deslizan hasta el agua. Quienes estudian a estos pinnípedos han determinado que una de cada cuatro crías muere en esta zona antes de desarrollarse. A ello contribuye también la presencia de hienas, chacales y perros del desierto que merodean por la colonia aprovechando el mínimo descuido para hacerse con una presa fácil.

Los chacales están siempre al acecho en busca de comida fácil. Foto: Juan Carlos Casado

Esta clase de foca de pelo de El Cabo también es conocida como foca orejuda, ya que tiene orejas externas a diferencia de otras de su especie, de las tres que se localizan al sur del continente. Se alimentan de peces, cefalópodos y pequeños crustáceos. Resulta espectacular ver cómo se relacionan entre sí en su propio hábitat, observar cómo las madres amamantan a sus crías y cómo algunos machos de más de 300 kilos se aparean con las hembras de su harén, que no pesan más allá de 75 kilos.

La ternura se refleja en esta imagen en la que una madre amamanta a su cría. Foto: Juan Carlos Casado

 

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Tamara y Yomely dos de los cinco ganadores de la Ruta de las Estrellas posan junto a las focas en Cape Cross. Foto: Tamara Fuentes

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