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Diario de la Expedición
Imágenes
Crónica:

22 de agosto de 2006

Kilimanjaro 2006.
La Ruta de las Estrellas

Moshi, ciudad situada en las faldas del monte Kilimanjaro, ha sido el punto de partida de La Ruta de las Estrellas 2006. Este enclave cafetero del Noreste de Tanzania es uno de los principales lugares de acceso al Parque Nacional del mítico volcán Kilimanjaro, que en lengua swahili significa «la montaña que brilla». La puerta de entrada a este Parque se encuentra en Marangu Gate, a 1.980 metros de altura. A partir de ahí se inicia una caminata que culmina a 5.895 metros en la cumbre del Kibo, punto más elevado del Kilimanjaro y de toda África. Nuestro objetivo es observar en este recorrido los cielos del África ecuatorial.
Los doce estudiantes canarios integrantes de la Ruta de las Estrellas afrontan un doble reto: ascender al techo del continente negro y conocer la Tierra guiados por las estrellas, como refiere el Doctor Miquel Serra-Ricart, astrónomo del IAC y responsable de la expedición.
El día 16 de agosto iniciamos la llamada «Ruta Marangu», bajo un paisaje típicamente tropical, de una gran espesura, entre la que se adivinaba la presencia de monos como el Colobo Abisinio. Paisaje que a medida que ascendíamos se convertía en un panorama de matorral bajo, tierra, seco, frío y ventoso. Las jornadas siguientes se convirtieron en una lucha a la falta de oxígeno, el frío extremo, la elevada radiación solar y a unos refugios con escasas condiciones de habitabilidad.
El día 21, tras una dura ascensión de más de siete horas, intentamos adaptarnos a los 4.700 metros de altura del refugio de Kibo, para afrontar el último tramo que nos llevará a la cumbre del Kilimanjaro. Tras intentar descansar a pesar de las dificultades para respirar, comenzamos a las doce de la noche y con temperaturas bajo cero, el tramo final. El agua de las cantimploras se congelaba y no era posible pararse a descansar debido al riego de hipotermia, y sólo nos daba ánimos para seguir adelante contemplar la Luna menguante saliendo por el horizonte rodeada de las brillantes estrellas del cielo austral.
A las ocho horas de iniciar el camino, quince de los veintitrés expedicionarios logramos alcanzar la cumbre, un desierto helado y pedregoso con un aire fino y penetrante que apenas permitía respirar. Habría que destacar que es la primera vez que ocho estudiantes canarios observaron el continente africano desde seis mil metros de altura. Llegamos a la cima gracias al esfuerzo combinado de todos, tanto los que pudieron como los que no.
Permanecimos pocos minutos en la cumbre debido a las duras condiciones climatológicas, y en las horas siguientes descendimos rápidamente más de dos mil metros hasta el refugio de Horombo. El día 22 arribamos a las faldas del Kilimanjaro en el mismo punto de partida de la ascensión y con el cuerpo muy cansado pero con la satisfacción de haber conseguido nuestro objetivo. Y si bien esta montaña nos fascinó desde su cima, más áun lo fue el poderlo contemplar desde la distancia en la carretera que nos trajo de regreso a Moshi.
Como un antiguo proverbio romano decía: Semper aliquid novi ex Africa (“Siempre aprendemos algo nuevo sobre África”)

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