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Diario de la Expedición:
14 de agosto de 2004

"Bostwana: el país de la calma "

Noche tranquila en Johannesburg y un largo día por delante. Después del desayuno iniciamos la marcha hacia la frontera de Bostwana a bordo de los dos camiones que nos transportan junto con todo el equipo: tiendas, cocina móvil, equipajes... Larga jornada que completaremos ya entrada la noche en las afueras de la ciudad de Palapye. Pero antes de todo eso, una primera parada en un centro comercial de la localidad de Bela Bela. Había que comprar algunas provisiones y, de paso, conocer cómo es un sábado por la mañana en una pequeña ciudad de Sudáfrica.

Interior del centro comercial de Bela Bela. Foto: Juan J. González Manrique

 

¡Ya tenemos provisiones! Seguimos ruta hacia el norte, en busca del Trópico de Capricornio aunque no encontramos ninguna indicación en el camino que nos diga que hemos pasado de un lado a otro de uno de los paralelos más famosos. Algunos kilómetros más adelanate llegamos al puesto fronterizo de Groblersbrug, en Sudáfrica, que atravesamos hasta el de Martins Drift, ya en Bostwana. Las grandes llanuras de este país llamado de la calma, se van abriendo para nosotros.

 

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Había que reponer fuerzas en el camino hacia Bostwana. Foto: Luis Pérez Morillo

Todos estábamos esperando ver animales salvajes en nuestra ruta, aunque sabíamos que aún quedaba un día, por lo menos, para retener imágenes de grandes felinos, de elefantes de antílopes o de jirafas. De momento, algún facocero o jabalí verrugoso y bastantes avestruces, animales bien apreciados en estas tierras por la calidad de su carne y de sus plumas. Gran riqueza de fauna que puebla las amplias extensiones de Bostwana, un país tan grande como Francia con apenas un millón de habitantes que aún no entienden el negocio del turismo de la misma manera que nosotros, pese al gran número de visitantes que cada año acuden a disfrutar de sus espacios naturales protegidos.

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Las avestruces son comunes en las tierras de Bostwana, igual que en la mayoría de los países de su entorno. Foto: Helena de León

De nuevo la noche cae sobre la expedición pero antes de cerrarse hay tiempo para disfrutar de uno de esos atardeceres que sólo se pueden ver en África y que tan bien han sido contados en novelas y en el cine. Los colores rojos y anaranjados que nos regala el sol se confunden con el ocre de la tierra que poco a poco nos va acercando al delta del río Okavango, nuestra próxima parada.

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La Ruta de las Estrellas: el Rincón del Estudiante.

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Los camiones también van "decorados" en esta expedición Shelios 2004. Dos de sus integrantes, Dani y Yomeli, ayudan a colocar uno de los carteles adhesivos con el nombre de Cajacanarias. Foto: Adela Iglesias


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