Diario de la Expedición
Imágenes
Crónica:
16 de julio de 2009
La Serpiente de Piedra.
Hoy volvemos a la Muralla. Aún nos quedan por explorar las trece atalayas que coronan el flanco derecho de la colina que se ve desde el hotel, justo encima de la Presa de Simatai
Nos hemos levantado muy temprano y a las 8:00 am ya estamos delante del acceso al Puerto de Simatai. Los veintiún expedicionarios miramos hacia arriba, las primeras torres ascienden en una pendiente que nos pone los pelos de punta a todos. Aunque, lo cierto es que por ciertos misterios que seguro que tendrán que ver con el metabolismo celular, las piernas nos responden mucho mejor que ayer. El cielo es blanco, las colinas son blancas, el perfil de la Muralla se desdibuja delante de nuestros ojos en una bruma húmeda; a los diez minutos de comenzar a andar todos estamos empapados. Las chicas de Ilusiones y Estrellas 09 se separan del grupo en la cuarta torre; son cuatro auténticas fieras capaces de atender a una clase de Introducción a la Economía dentro de una habitación en China, participar en un debate sobre la metodología de la ciencia con un astrónomo, un economista y una química dentro de un autocar, reconocer a Arturo en los cielos nocturnos del hemisferio sur con su profesor de Astronomía … y medir sus capacidades ante un desafío físico de primera magnitud. Carla, Marta, Patricia y Laura se ganan nuestro respeto día a día.
Hace mucho calor, la ascensión es constante y los escalones interminables, pero lo cierto es que nuestras piernas nos responden mucho mejor que ayer… ¡qué sorprendente!
A las 11:30 alcanzamos nuestro objetivo y comenzamos el descenso. Es durísimo y ciertamente peligroso, un mal paso podría ser fatal en muchos tramos. Se ha levantado un viento cálido y fuerte. Bajamos en silencio con los ojos puestos en los escalones cuando un grupo de chicas y chicos chinos se cruzan con nosotros. Sonríen, charlan alegremente. Nos detenemos para dejarlos subir por la estrecha garganta de piedra en un flanco de la torre nueve cuando de pronto caemos en la cuenta de que una de ellas lleva unos increíbles zapatos de charol azul metalizado de tacón alto. Nuestros ‘olés’ se escuchan por toda la Muralla y la joven china se sonroja y se ríe y se deja fotografiar por esos ruidosos y alegres españoles que le aplauden y se empeñan en hacerse fotos con ella y felicitarla efusivamente por tal muestra del carácter indómito del pueblo chino.
Esta tarde volvemos a Beijing. Durante las dos horas de trayecto se hace el silencio más absoluto mientras escuchamos a Laura, de 16 años, hablarnos en el micrófono del autocar sobre esta macrociudad de dieciséis millones de habitantes. Después caemos todos rendidos. Sólo se escuchan los ronquidos de nuestro amigo Porredón.
Quedan cinco días para el eclipse. Los astrónomos han comenzado a mirar al cielo. No necesitamos nubes para esa mañana del día veintidós.
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